sábado, 30 de junio de 2007

Elogio (y algún vituperio) de la errata (y del error)

Cuenta José Esteban en su estupendo librico Vituperio (y algún elogio) de la errata (Madrid: Renacimiento, 2002, pág. 17) que "debemos al periodista Manuel Seco [sic] la afortunada frase: "¡Las erratas son las últimas que abandonan el barco!", que hizo fortuna y se extendió por todas las redacciones. "La pronunció, entre resignado y burlón, un día de primavera de 1990 en el diario El Sol, donde Seco [de nuevo, sic] era subdirector de edición y perseguía los gazapos que se nos escapaban a los redactores". (De un periódico de Madrid [la negrita es nuestra])."

Sirva esta anécdota jocosa de inauguración de este blog en elogio (con algún vituperio) de la errata. Resulta, en efecto, elogioso que en un libro sobre erratas se cometa una errata; y por dos veces, porque entonces el regocijo es doble, ya que siempre cabe la posibilidad de un lapsus memoriae o de que el teclado le haya jugado a uno una mala pasada en la primera instancia, estando en el teclado como están tan próximas la tecla de la "a" y la tecla de la "e". Aunque hubiera bastado sólo con la frase de Don Manuel Saco —y no Seco— para esbozar la carcajada, lo más gracioso de todo es que se omite el destinatario de la frase: nada menos que Don Fernando Lázaro Carreter, con lo que la carcajada hubiera sido mayor, si se tiene en cuenta que el dardo, no precisamente envenenado, se arroja a quien el dardo puso en la palabra. Craso error no haberla adornado más al contarla. Sea éste, pues, el vituperio.
Y tampoco hubiera deslucido el chascarrillo el haber puesto los datos de la fuente: Arsenio Escolar, Premio Víctor de la Serna al periodista más destacado del año en curso; y el periódico ese de Madrid era el Cinco días, si no yerro.
La errata nace, crece y se reproduce, cual sabandija, para sonrojo de su creador. Y nunca muere, o vive en tanto dura el soporte que la sustenta. Y así, hay quien en este proceloso mar de internet la extiende, junto a otras frases famosas de autores famosos, tomadas del citado librico y cometiendo el mismo error u olvido de no citar la fuente de procedencia:

http://www.juegosdepalabras.com/palabra5.htm

En fin, lector, quede inaugurado este blog, y que nos pilles confesos y sumisos cuando encuentres en lo que escribamos una errata, pues no olvides nunca que errare humanum est ("errar es humano"), ni el lema de ésta que quiere ser tu casa: parcere personis, dicere de vitiis ("perdonar a las personas, hablar de los defectos").

5 comentarios:

Eromodi dijo...

Y cuál es el origen de la errata, me preguntaba yo mientras leía al amigo Metodio... El despiste? La ignorancia? No, no debe ser ignorancia, pues en ese caso tal vez sería error. Pero es que, a veces, por más que uno lee y relee siempre hay alguna de ésas que abandonan el "varco" las últimas... Tal vez en algunos casos, el considerarse tan bueeeno en el arte de la plabra escrita que uno llega a pensar que está libre de caer en ellas? No sé si alguna vez encontraré la solución al enigma, pero me gusta el que, en un mundo que rechaza la imperfección, alguien elogie la errata y el error. Gracias.

Metodio dijo...

Corrijo, si me lo permites, primero la puntuación: ¿el despiste? ¿La ignorancia?, etc. Aunque tal vez sea digna de elogio tu economía de medios, hace tiempo que la lengua escrita sigue unas normas o convenciones. Y si se rompen, que sea para mejorarlas. O sea, para crear otras normas mejores, no para hacer cada cual lo que le venga en gana. Y, créeme, no es nada fácil.
En cuanto al origen de la errata o error es muy sencillo: Don Manuel Seco suena más en el mundillo de los que escriben, que Don Manuel Saco. Aunque la pluma de Saco es de discurso breve, ingenioso y acerado, que no amarga.
Es probable que la memoria traicionara al autor en el instante mismo de la redacción, o no comprobó sus datos, sus referencias, porque, para decirlo de manera llana y sencilla, tal vez se olvidó de apuntarlas, de tomar nota en su momento, o copió mal la cita que pone entrecomillada. Luego vienen las prisas, que para escribir nunca son buenas consejeras, lo mismo que para leer. SI leer es un placer, un placer con prisas es otra cosa que placer. Es agobio, ansiedad, humo...
Elogio la errata y los errores porque he aprendido más de ellas que de los aciertos. Lo divertido de la lectura consiste en que nunca está todo del todo claro, como en el los seres que llamamos humanos.
Gracias, Eromodi, por ser el primero en dejar un comentario.

Eromodi dijo...

Cuidado Metodio que puedes ser el corrector corregido, "si me lo permites", claro está. Soy políglota y los diferentes idiomas -¡qué le vamos a hacer!- se mezclan en las ideas en medio de una especie de esperanto difuso. Pero gracias, efectivamente, a partir del ensayo-error-corrección aprendemos, rara vez se da el ensayo-acierto, yo al menos no suelo tener tanta suerte.
Hay que dar oportunidades a todos, así que sí, inauguremos los blogs y manifestémonos en ellos. Hasta otra.

Metodio dijo...

Eso me encantaría ser: "el corrector corregido". Y no es que me gusten las reprimendas. ¿A quién le gustan? Pero si me corrigen, eso quiere decir que me leen con atención. Conque, corrija, corrija, amigo Eromodi.

Metodio dijo...

A propósito de la propagación de la errata de un soporte en otro, el soporte virtual de internet puede propagar la especie de la errata "ad infinitum". Veíamos cómo estaba presente la cita del chascarrillo de Manolo Saco —que no Seco— en una página web dedicada a los juegos de palabras. Y lo gracioso es que al pie de la cita errada de la citada errata dícese lo siguiente: "El equipo de Juegos de palabras certifica que esta página no contiene ninguna errata". Pues siento disentir, que al menos hay una; una errata ajena, bien es verdad, pero propia desde el momento mismo en que no se contrastaron la fuente de lo que se cita: fuente que a su vez tampoco contrastó la fuente de lo que citaba. Et ita porro ("y así sucesivamente") sucederá con la propgación de la especie que llamamos errata. Sea este, pues, un vituperio cariñoso del error, dado que ya hemos elogiado la errata.